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24 julio 2011

Solo un sueño

¿Cómo es posible que algo que parecía tan real, tan perfecto se esfume en solo un instante?

El aroma a viejo inundaba aquel lugar mezclado con la humedad del clima, a mi lado conduciendo como si el cielo no se estuviese cayendo por la tormenta que caía fuera de la cabina, estaba él. No era el hombre más hermoso del mundo, ni el más perfecto, pero había algo en él, en su forma tan pacifica de ser, que hacía que la escena fuese tan natural. 
Estaba acurrucada en mi asiento a su lado, apoyando mi cabeza sobre su hombro, sintiendo las suaves caricias que su mano realizaba sobre la mía, cuando no estaba realizando los cambios del coche.

Sentía cientos de mariposas revoloteando dentro de mí, sentía ese amor y esa confianza a flor de piel, como si nos conociéramos desde siempre. Sentía que todo era perfecto, que él era perfecto. Pero claro, era solo eso, un perfecto  sueño.

Aunque no lo comprendí solo hasta que desperté sobre mi cama, y el frio aire de la mañana rozo mi mejilla, como si quisiese despertarme de aquel sueño tan hermoso.
Al percatarme de todo esto hundí mi rostro en la almohada deseando poder volver a esa escena tan perfecta, y no porque fuera de ensueño, sino porque era tan simple que la sentía real.

Cerré mis ojos con fuerza y desee volver a estar bajo esa lluvia torrencial, dentro de esa vieja camioneta azul contemplando a través del cristal la noche oscura.




Y en ese preciso instante mi corazón dejo de latir, por unos segundos interminables nada pareció real. Mis ojos clavados en ese rostro imposible no pudieron retener mis sentimientos que escaparon nublando mi visión por completo.

Desesperada por verle de nuevo me quite las lagrimas con las mangas de mi campera, respirando rápido y volviendo a sentir mi corazón, quien se aceleró de repente y el calor me inundo el cuerpo. Mi mirada se enfocó de nuevo en el rostro que esta vez dirigía sus profundos ojos color cielo en mi dirección, clavando su mirada y paralizándome momentáneamente.

Sentí el fuego en mis mejillas mientras bajé la vista, extremadamente avergonzada pero a la vez feliz de que él supiera que yo existía.








13 diciembre 2010

Piensa en mí

Cuando la noche se haya ido
Cuando tengas miedo
Cuando pierdas las esperanzas
piensa en mí

Cuando llores
Cuando tires la toalla
Cuando ya no creas en nada
recuerda

que amanecerá
que seras valiente
que la esperanza es lo ultimo que se pierde

piensa en mi
y recuerda

que las lágrimas se acabaran
que siempre hay que volver a intentar
que puedes creer en ti






11 diciembre 2010

No me importó

No me importó


La lluvia caía con toda su fuerza sobre nosotros, pero no me importó,

Tu cabello estaba todo aplastado contra tu frente, pero no me importó,

Tu mirada estaba aguada mezclada con la lluvia, pero no me importó,

Simplemente nada de eso me importó.

Quizás por eso me este lamentando tanto hoy, pero de todas maneras, eso ya no importa.

Yo estaba decidida a dejarte ahí, solo bajo la lluvia, mojándote cada parte de tu cuerpo como si así pudieras lavar tus errores;

Como si fuera tan simple borrar todo lo que hiciste, todo el dolor que me causaste;

Como si así de fácil se pudiera volver en el tiempo.

No, no me importó dejarte ahí, roto bajo la lluvia, solo y equivocado, arruinado por ti mismo.




09 diciembre 2010

Habla ahora



Estoy en el asiento de atrás viendo como llueve, advirtiendo como los árboles pasan por delante de mi, como si los q se estuvieran  moviendo fueran ellos. Así como cada instante de la vida pasando delante de mi, rápido, sin poder yo hacer nada, solo mirar. O cerrar mis ojos y dejarme llevar confiándole al chofer del auto mi destino, confiándole a la vida el futuro.

Es de noche y sigue lloviendo, ya me acostumbre a la lluvia, el auto para y las luces se apagan. Mi ventanilla está llena de gotitas  no veo nada, nada salvo…
Una fiesta, una gran fiesta de casamiento, a la cual por supuesto no estoy invitada. Pero entonces, ¿qué hago ahí? ¿Porque recorrí tantos kilómetros bajo la lluvia?

Abro la puerta y bajo del auto, mi suerte ya esta echada, a enfrentarme con el destino, llegó la hora.

Mi chofer abre el paraguas y me cubre, con su mejor cara de preocupación me mira a los ojos y me pregunta si estoy segura, yo afirmo con la cabeza, extremadamente decidida a hacerlo. Él cierra el paraguas lo tira a un lado y me mira, luego me abraza deseándome las mejores de las suertes. Ahora me toca a mí, estoy sola en esto.

Me suelta y por ultima vez me desea suerte, regresa  al auto a seguir con su camino, ya sin su paraguas.

Lo miro marcharse, doy media vuelta y cierro los ojos dando un gran y necesario suspiro.  Comienzo a caminar hacia la entrada de esa gran mansión.

Estoy adentro, perdida en otro mundo, un mundo que no entiendo. Me dejo llevar por la gente y encuentro el lugar, la fiesta está a la mitad. Todos festejan y bailan en la pista, las luces me engañan, no lo encuentro, hay mucha gente.

Decido salir un momento, no estoy lista para esto. Encuentro el patio y un sendero de piedra me dirige  hacia la fuente.  Hermosa e iluminada en la noche por una hilera de lucecitas, el agua en ella fluye y su sonido me relaja.

Me siento en el borde, sujetando mi cabeza con las manos y el cabello me cubre el rostro, cierro los ojos y solo el agua me guía ahora.

Me lleva a ese día, día en que como hoy la lluvia tomó protagonismo. Recuerdo ese dolor, lo recuerdo bien. Veo sus ojos tristes diciendo adiós, recuerdo mi brazo extendido hacia el, como si con este yo pudiera llegar a traerlo de vuelta hacia mí.

En ese momento me percato de que no estoy sola, hay alguien al otro lado de  la fuente caminando hacia mí. Levanto mi cabeza despacio, advierto un par de elegantes zapatos, un traje, y un rostro.

Me paralizo, no tengo voz, no comprendo. Las lágrimas comienzan a brotar de mí…

Él aun mas confundido de lo que yo estoy, no puede dejar de mirarme.



07 diciembre 2010

El Pacto


Todos los días, sin darnos cuenta, o a propósito hacemos un pacto. Pactamos con la vida, con la muerte. Pactamos con nuestros seres queridos, con gente nueva que ingresa en nuestras vidas. Pactamos para bien, pactamos para mal.


Un pacto no es un acuerdo, es simplemente saber que ambos sabemos que en el futuro todo va a ser igual que hoy, se que vas a estar ahí para mí y yo para vos. Porque después de todo lo pacte con vos, mirándote a los ojos y regalándote la mejor sonrisa, la más sincera, esa que es solo tuya. Porque yo se que vos también me regalas sinceridad, yo se que este pacto es bueno y que es real. Sé que siempre vas a estar para mí, sé que me vas a abrazar fuerte sin que te lo pida, sé que me vas a hacer reír, sé que me vas a ver llorar, sé que no me vas a fallar.